Además de ser un símbolo personal

Desde que era niño, siempre escuché historias sobre cómo las cadenas de oro eran mucho más que simples accesorios; eran símbolos de legado y conexión. Recuerdo a mi abuelo, un hombre de pocas palabras pero con un brillo especial en su mirada cada vez que hablaba de su cadena de oro, aquella que había heredado de su padre. Para él, esa cadena era un vínculo tangible con su historia, su identidad.

Un día, mientras exploraba el desván de mi abuelo, encontré una caja antigua donde guardaba no solo su cadena, sino también cartas y fotos que narraban su vida. Al sostenerla en mis manos, sentí la calidez del oro y comprendí que más allá del valor material, se trataba de un legado familiar. Esa cadena llevó consigo las historias de sacrificio, amor y superación. Decidí que también quería llevar conmigo ese tipo de riqueza.

A medida que crecía, comencé a adquirir mis propias cadenas de oro. Cada una de ellas representaba un hito en mi vida: la primera, un regalo de mis padres por graduarme; otra, un reconocimiento en mi trabajo. Con cada pieza, no solo adornaba mi cuello, sino que también llevaba conmigo una parte de mi historia.

Lo sorprendente fue cómo estas cadenas, además de ser un símbolo personal, abrían puertas en momentos cruciales. En una entrevista de trabajo, el reclutador se detuvo por un instante a admirar mi cadena. Era una simple línea de conversación, pero de pronto se transformó en una conexión. Hablamos sobre la importancia de los símbolos en diferentes culturas y cómo, a menudo, una pieza de joyería puede reflejar quiénes somos y de dónde venimos.

Hoy, no solo veo mi cadena de oro como un artículo de lujo, sino como un recordatorio constante de mis raíces y mis logros. Cada día siento su peso sobre mí, no como una carga, sino como un abrazo cálido de mi historia familiar y de las experiencias que he vivido. Desde ese día en el desván, comprendí que tener cadenas de oro no solo es poseer algo valioso, es llevar con orgullo la narrativa de nuestra vida y los sueños que aún nos quedan por alcanzar.